La muerte del padre de Javi y de Jorgito me había afectado profundamente sin darme cuenta. Recuerdo cuando Jorge me contó, mientras corríamos en un tórrido día de pretemporada en agosto, que lo iban a mandar a Inglaterra por trabajo. No les había contado nada aún a su padre y a su madre porque no quería entristecerlos antes de tiempo. “Qué vínculo tan fuerte tiene con sus padres”, pensé. Hoy volví a pensar en ese vínculo.

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El Whatsapp me trajo hoy la noticia de la muerte del padre de Javi y de Jorge, dos amigos que además fueron compañeros del A.D Escuder San Pascual, donde jugué cuatro años al fútbol.

Estaba en la oficina, en uno de los días de trabajo más ajetreados que recuerdo, con el cuerpo lleno de una adrenalina y unas ganas que de pronto se drenaron por algún lugar.

Por la tarde llevé a mi hija al Parque de bolas con unas amiguitas. Estaba en la barra con el padre de una de ellas al que hace poco estuvo a punto de morírsele el padre. Cuando me contó que éste se encontraba mejor, le conté que había muerto el padre de dos amigos.

“La vida”, dije sin saber lo que decía, y los ojos se me llenaron de agua sin poderlo controlar. Miré hacia otro lado.

Lo cierto es que han muerto los padres y las madres de gente que conozco, pero la muerte del padre de Javi y de Jorgito me había afectado profundamente sin darme cuenta. De pronto reflexioné en voz alta: “se empiezan a morir los padres de muchos amigos. Cualquier día nos avisan de la muerte de los nuestros, por muy bien que estén de salud. Los días son un regalo a partir de cierta edad”.

Luego pensé en lo que acababa de decir. No, en realidad cada día es un préstamo para cualquiera. Y es cierto que la vida es cambio y distintas corrientes espirituales nos han enseñado sobre ese paso de la vida a la muerte. Pero eso no evita la profunda tristeza que uno puede sentir al darse cuenta de su propia fragilidad y la de sus seres más cercanos.

Pensé en Javi y en Jorge; su padre fue durante años mi vecino aunque creo que nunca lo conocí en persona. Recuerdo cuando Jorge me contó, mientras corríamos en un tórrido día de pretemporada en agosto, que lo iban a mandar a Inglaterra por trabajo. No les había contado nada aún a su padre y a su madre porque no quería entristecerlos antes de tiempo. “Qué vínculo tan fuerte tiene con sus padres”, pensé. Hoy volví a pensar en ese vínculo. Qué extraño me pareció todo de pronto. Me sentí como exiliado dentro de mi propia vida.

Mi vínculo con ese señor tiene dos nudos: mi amistad con sus hijos, que perdura a día de hoy, y la calle de Condesa de Venadito, que forma parte de un pasado que no volverá, aunque también de mi presente porque ahí está la casa donde soñamos y concebimos a mi hija. Luego nos mudamos. Después se rompió mi vínculo con la madre de mi hija. Y ayer, de noche, al ir a Avenida de América desde la calle de Velázquez pensé en los centenares de veces que por ahí pasé para volver al calor de mi hogar en Condesa de Venadito. Pensé en la cocina, en la mesa con la comida que compartíamos, en un abrazo a oscuras.

Carlos Miguélez Monroy

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2 Responses to Un día triste

  1. María Teresa Gutierrez Martínez dice:

    Querido y admirado Carlos:
    Hoy como en otras ocasiones tu texto hizo que se me salieran las de cocodrilo, y cómo no me iba a suceder esto, si en tus textos emotividad y sensibilidad tienen sonidos y tintes diversos, unos llenos de rabia, de rebeldía, de dolor, otros con el sabor de la ternura, delicados, exquisitos pero todos hermosos, certeros que llegan precisamente ahí, donde duele, donde ríes, donde amas, donde te enfureces, donde sientes la impotencia. Quizá porque te conozco bien y cuando los leo te veo, imagino tus reacciones cuando escribes. Quizá porque en tu escritura dejas trozos de ti, de tus vivencias. Gracias Carlos por tu generosidad por compartir con los demás ése, tu mundo. Gracias por las emociones y sentimientos que tus textos me provocan. Gracias por hacerme sentir VIVA. Un fuerte abrazo para ti y para la HERMOSA María, seguramente tu más ferviente admiradora. Con mucho cariño. María Teresa Gutiérrez

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