El talento futbolístico y la constancia le han abierto las puertas de la universidad al joven madrileño Víctor Muñoz, que espera dar el salto al fútbol profesional mientras espera alguna oferta en Europa. Pase lo que pase, volverá a España con un título universitario y una enriquecedora experiencia intercultural en una prestigiosa universidad de Estados Unidos.
El Hello? del otro lado de la línea no delata su lugar de origen, aunque no hace falta dominar el inglés para pronunciar esa palabra. Pero sólo una persona adaptada a su entorno responde con la seguridad y la naturalidad de Víctor Muñoz a una llamada de un número desconocido, entre clase y clase. Este español de 22 años comenzará a finales de agosto su tercer año de carrera universitaria en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
Sólo la matrícula en esta universidad, una de las más de 100 en California, cuesta casi 13.000 dólares al año, unos 10.000 euros, más otros 20.000 dólares de vivienda, comidas, libros y materiales, transporte y gastos personales. Pocos pueden pagar semejante cantidad sin un préstamo bancario como el de miles de jóvenes que se han endeudado para acceder a una educación universitaria y que pagan con el sueldo de su trabajo durante años.
Los Bruins, el equipo de fútbol de la universidad y uno de los mejores en todo el país, cubren los gastos del joven futbolista español. No todos los integrantes de equipos deportivos obtienen semejantes becas. Algunos obtienen el 75%, el 50%, el 25%, o incluso nada. Todos los años, estudiantes latinoamericanos, asiáticos, africanos y europeos, hombres y mujeres, intentan conseguir una beca para compaginar sus estudios universitarios en universidades de Estados Unidos con la práctica de su deporte en un entorno competitivo.
Para su futuro futbolístico, Muñoz tiene en cuenta que decenas de ex jugadores de los Bruins han alcanzado la primera división profesional estadounidense, la Major League Soccer (MLS). Piensa jugar en UCLA los dos años que le restan de universidad, en la espera de acceder al draft, proceso por el cual los equipos de la MLS incorporan en sus filas a nuevos talentos todos los años. Espera jugar en primera división en Estados Unidos durante unos años y ver si luego surgen oportunidades en España o en otro país europeo porque “la tierra llama”. Pero pocos jugadores, la mayoría de ellos nacionales, acceden a la MLS por esta vía. En 2012, los distintos equipos de la MLS llamaron a 75 para hacer la pretemporada con el primer equipo. De ellos, 71 provenían de universidades nacionales y cuatro de otros países: México, Inglaterra, Japón y Ecuador.
El germen de un sueño
De las fuerzas inferiores del Real Madrid, Muñoz pasó al Celta de Vigo, donde jugó en 2ª División B. También ha sido seleccionado nacional para la sub-15, la sub-16 y la sub-17. Un preparador físico que conoció en su etapa en el Real Madrid le comentó de las oportunidades de jugar y estudiar en Estados Unidos. Lo puso en contacto con Athletes Global Management (AGM), una empresa fundada en Miami con sede en Zaragoza. AGM promueve a deportistas extranjeros que buscan becas en equipos deportivos de distintas universidades y se encarga de los trámites que disuaden a quienes se abruman con el papeleo y la burocracia: Visa de estudiante, registro en la NCAA, correos de ida y vuelta a entrenadores y las oficinas de admisión de las universidades. Le compensaban los 3.000 euros que cuesta el proceso de registro, búsqueda y fidelización en comparación con los 100.000 euros que costaba su experiencia en Estados Unidos. Decidió dar el salto. “En España, un día estás arriba y todo puede cambiar al día siguiente. Todo es relativo y tienes poca seguridad”, comenta.
Al tener solucionada la parte burocrática, el madrileño se centró en aprobar el TOEFL que piden las universidades para acreditar un nivel mínimo de inglés y el SAT I, que mide aptitudes lingüísticas y matemáticas. Cuenta Muñoz que el inglés del bachillerato le bastó para superar ambas pruebas y que el verdadero aprendizaje del inglés comenzó en la universidad. La inmersión en el idioma y en la cultura comienza desde el primer día con el bombardeo visual y auditivo en inglés. La estrategia de equipo, las bromas que se gastan unos a otros y los chistes forman parte de esta inmersión, completada con las horas de clase, los trabajos, los exámenes, los libros y hasta los sueños, considerados la línea que separa al que domina un idioma del que lo chapurrea. Entonces uno se suelta con el lenguaje coloquial en entornos más distendidos.
Para los futbolistas universitarios, estos entornos se dan con más frecuencia en el semestre que va de enero a mayo, cuando los equipos de fútbol bajan el ritmo y la intensidad de los entrenamientos y sólo juegan algunos partidos amistosos. Entonces hay más tiempo para ir a la playa, al cine o salir con los amigos en un entorno que Muñoz considera una “barbaridad” por el número de estudiantes que uno puede conocer en universidades como UCLA. Formar parte de un equipo garantiza encuentros con gente de distintas procedencias en distintos eventos que se organizan en torno al deporte y por la popularidad que tienen en los entornos universitarios.
Entre agosto, cuando comienza el curso académico, y diciembre, cuando concluye el campeonato nacional, los jóvenes futbolistas tienen poco tiempo para hacer vida social. Con dos partidos por semana, uno en casa y otro fuera y entrenamientos casi todos los días, sólo queda tiempo para viajar y estudiar lo suficiente para aprobar las asignaturas. El resto es fútbol y sólo fútbol hasta que el equipo gana el campeonato nacional o cae eliminado, como fue el caso de los Bruins el año pasado contra los Tar Heels de la Universidad de Carolina del Norte, que luego ganó la final. El buen juego de los Bruins y del jugador español no impidió la derrota en la tanda de penalties. Muñoz cree que tendrán una temporada aún más complicada en 2012-2013. Siete jugadores han terminado la carrera y han probado suerte en el fútbol profesional. Queda un equipo con talento pero joven donde tendrá más galones el jugador madrileño la próxima temporada.
Una opción cada vez más atractiva para los futbolistas
Estados Unidos ha dado grandes pasos en lo futbolístico, como lo demostró el equipo de Indiana University en abril de 2010 al vencer por 2-0 a la sub-20 de México, o la victoria de la selección mayor sobre España en la última Copa Confederaciones.
Muñoz atribuye el creciente éxito deportivo de Estados Unidos a las instalaciones, a la preparación de los entrenadores, al apoyo institucional y material en la universidad, y a la flexibilidad en los programas académicos para compaginar estudios con deporte. Aún así, Muñoz considera que el nivel de fútbol en España en esas edades aún supera por mucho al de Estados Unidos. De su experiencia deportiva, destaca el trato que él y sus compañeros reciben en la universidad y de las facilidades que tienen para cumplir con sus compromisos académicos.
Pase lo que pase con su futuro, nada le puede quitar a Muñoz su experiencia, que le ha abierto puertas que no se abren con tanta facilidad a estudiantes extranjeros que llegan por otras vías. Además, volverá a España con un título universitario y un nivel de inglés que no tenía cuando aterrizó en Nueva York, donde jugó por primera vez y estudió su primer año de carrera, en Iona College, una pequeña universidad. La presencia de varios españoles facilitaron un proceso de adaptación que muchos extranjeros imaginan difícil en la que consideran una sociedad hostil, fría y cerrada a los “de fuera”.
Según la experiencia de varios extranjeros, los estadounidenses con frecuencia invitan a sus compañeros extranjeros a comer con sus familias a comer o a pasar fines de semana largos en sus casas, lejos de la universidad. Además de contribuir al intercambio entre distintas culturas y al enriquecimiento mutuo, estas experiencias desmontan tópicos y clichés sobre los estadounidenses que se asemejan a los de las películas y la cultura popular que tanto irritan a los extranjeros: el mexicano bigotudo con el tequila y el sombrero, montado en un burro, el torero español o el italiano sucio.
Una persona puede tardar varios años en asimilar las experiencias académicas, deportivas y sociales que vivió en cuatro años, pero le quedan las fotos y las crónicas en los medios locales que narraban los partidos para confirmar que no se trata de ningún sueño, como cuando uno se pincha en un brazo para ver si está despierto. Quedan los amigos y los contactos en distintas partes del mundo conectados por email, por Facebook, Twitter y Skype. Una red que se extiende y que consolida un mundo cada vez más intercultural.
Carlos Miguélez Monroy
Periodista
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